miércoles, 30 de enero de 2013

Los jugadores son la táctica entre sí

martiperarnau.com
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Los técnicos restamos importancia a las competencias que demanda el juego en pos de honrar la acepción que parece describirnos:“Entrenadores de fútbol”.
Preocupados por lo intrascendente, confundimos a los jugadores haciéndoles necesitados de lo que nunca fue necesario y además les perjudica, dándole la vuelta al entrecomillado.

Entrenar juego solo sirve para jugar cada vez peor. La enseñanza en fútbol mejora al malo empeorando al bueno, puesto que se guía por un ideal de juego producto de la vanidad, el miedo y la quietud, considerando que todos los individuos degluten de la misma manera en su exclusiva digestión del aprendizaje.

En este camino hacia la deshumanización, hasta los partidos benéficos acabarán sin goles. La colonización y el adiestramiento en el fútbol constituyen aspectos contrarios a su esencia; de esta hace referencia Óscar Cano diciendo: “El fútbol es sorpresa; cuando pasa algo no sorpresivo me sorprendo”. También Dante Panzeri, que fue periodista porque no quería sentirse culpable, defiende que “el fútbol es arte de lo imprevisto y dinámica de lo impensado”.

En una sociedad donde los jugadores han dejado de jugar para ser jugados, alguien tuvo la decencia de juntar a Iniesta, Messi, Xavi y Busquets para insistir en la conceptuación del fútbol como juego y demostrar que la realidad es tan compleja que no entiende de dicotomías.

Su estilo corporeizado en torno a la pelota alude a lo lúdico, relativo a la diversión, por lo que verlos jugar no puede provocar sino inevitable fascinación, a no ser que se sufra de sadismo; o en el peor de los casos, de desamor. Paco Seirul·lo dice: “Es distinto divertirme con una chica que enamorarme de ella. Tenemos que disfrutar y, sobre todo, enamorarnos del juego que realizamos”.
Su manera de jugar representa la locura transitoria y la quintaesencia del pasatiempo. Se trata de lo más puro y perfecto.

Descubriéndose sus componentes funcionales de manera natural; mostrándose dotados de libertad y con poder creador en un teatro espontáneo, propio de los patios de recreo; valiéndose de un proceder distintivo que resta rédito al azar desde la competencia que siente, piensa y obra bajo los aspectos constituyentes de su ser.
Mientras algunos no sabemos cómo agradecer la aparición de estos divertidos seductores que escapan de cualquier descripción haciendo del fútbol una actividad inherente a los seres humanos, otros se creen que ganaron al Córdoba porque el cuerpo técnico trabajó 8 horas diarias preparando el partido. También hay quienes se atreven a decir que Pep Guardiola es mourinhista. Claro, si no puedes con el enemigo, alístalo en tus filas.

El jugador es contextual, no con textual –que reproduce literamente palabras o textos–. El entorno es el que oferta las posibilidades individuales, siendo el juego fruto de las interrelaciones. Sobre esto, Lillo dice que “Andrés Iniesta casi siempre elige la peor opción, ya que tiene todas las posibles y solo lleva a cabo las que sus compañeros le entienden”.
La teatralización de conceptos existe, pudiendo ayudar al desarrollo del juego, pero actuando como máscara ante lo verdaderamente trascendente. Recientemente, Tito Vilanova dijo a sus jugadores: No me necesitáis, sois demasiados buenos”. Y nadie ha hablado del tema.

De la misma manera han intervenido Andrés Iniesta y Leo Messi, pero sus comentarios también han sido omitidos para evitar desnudos que parecen no convenir. El manchego asegura: “La esencia que tengo del juego es absolutamente lúdica, natural, es la de la pista del colegio en Fuentealbilla. Yo juego como juego porque me sale, eligiendo en cada momento la opción que intuyo que me ofrece el juego. Cuando estás en el campo es el jugador el que debe decidir. Hay patrones, pero el fútbol es el momento, tomar decisiones al instante. Es táctica, esquema y todo lo que quieras, pero al fin y al cabo es técnica individual, improvisación en una décima de segundo”.

Por otra parte, el argentino remata diciendo: “Mi manera de jugar no se trabaja, ya de chiquito jugaba así. Alguna vez me corregirían en La Masia, pero no lo recuerdo. Me respetaron la manera de jugar, aunque es verdad que aquí la filosofía es parar y tocar de primera. ¡Pero yo no se la daba a nadie!”.
Es decir, no importa el cómo sino el quiénes, que tienen su cómo derivado. Guillermo Fernández, entrenador adjunto de Óscar Cano, comenta que “alinear es más que elegir a once jugadores, se trata de organizar las relaciones del juego. Elegir quiénes juegan es la mayor estrategia operativa, puesto que dentro de la alineación está ubicado el rival y los matices competitivos.