jueves, 16 de enero de 2014

El grave problema del fútbol base... ¡LOS PADRES!


El mundo del fútbol, desde la base hasta la etapa adulta, tiene dos vertientes diferenciadas: la lúdica y la competitiva. La una nunca está exenta de la otra, es evidente, pero sí hay dos maneras de entender este deporte, dando principal importancia a una de ellas.

El fútbol base catalán (el que mejor conozco) suele constar de cuatro divisiones por categoría: Segunda, Primera, Preferente y División de Honor. En las dos primeras es donde están los clubes más modestos (o los equipos más modestos de clubes importantes), y ahí la mentalidad de padres y entrenadores se centra en la parte lúdica y educativa del fútbol: se juega para divertirse, aprender valores, hacer amigos… e intentar ganar, por supuesto. Hay pocos problemas -que los hay- con los padres de los jugadores.

Pero si el chaval es un buen jugador, tarde o temprano aparecerán los clubes de la zona alta para ofrecerle el fichaje: mejor categoría, club más profesionalizado, mejores entrenadores… Todo es genial. O quizás no para todos.

Salvo casos contados, hay una proporción matemática que nunca falla en los clubes importantes: a mejor equipo, mayores serán las envidias que lo rodeen. Pero no entre los jugadores. Los niños quieren jugar al fútbol y no tienen tiempo ni cabeza para esas tonterías. Sólo sucede entre los padres. Muchos creen tener a Leo Messi en casa, su hijo es el mejor (amor de padre, allá cada uno con su objetividad) “y no puede ser que Pepito juegue más que el mío”.

Hace poco oí a un padre de un chavalín que le decía a un entrenador de un club distinto al de su hijo: “Mira, si de cara al año que viene no le ponen en el A, me lo llevo de aquí y te llamo”. ¡Qué más da la opinión del chaval! Aquí decide el padre, y si él le quiere en el equipo más Top (que diría Mourinho) posible, pues se lo lleva. Como si los clubes de fútbol fueran como elegir una universidad estadounidense. Hay una letritis galopante.

Una cosa es aceptar la posibilidad de que tu hijo conozca la elite del fútbol base, juegue contra Barça (y quizás te den el partido por BarçaTV) y Espanyol y viva unas experiencias que la mayoría de jugadores no van a experimentar. La otra es convertir el hobby de tu hijo en una cuestión vital tuya. Y encenderte en discusiones con otros padres y cuestionar al entrenador a la mínima que los resultados no sean positivos (da igual si ese es el máximo de esos chavales, nunca verán las limitaciones de sus hijos -o la superioridad de los rivales, que viene a ser lo mismo-).

Un egoísmo que muchas veces genera malos ambientes y dificulta el trabajo de los entrenadores. Una actitud destructiva que es, sin duda, el mayor problema del fútbol base español.

diariogol.com