viernes, 5 de septiembre de 2014

Cuando nadie crea en ti, tú sigue haciéndolo.

• Creatividad y salir de la zona de confort. Las cosas se hacen siempre igual hasta que llega otra persona que las hace de forma distinta. Tenemos el ejemplo del atleta estadounidense Dick Fosbury, que cambió completamente la técnica del salto de altura, y ahora todo el mundo salta como él.
Hay personas que no se acomodan, que crean, inventan, se adelantan y se anticipan para mejorar y perfeccionar. Estas personas no están seguras de que su creatividad les lleve a tener más éxito del que tienen hasta el momento de cambiar, pero apuestan por ello. No les preocupa equivocarse, les preocupa dejar de innovar.
• Planificación y entrenamiento bien diseñado. Cuando te preparas para un objetivo, cuando tienes que alcanzar una meta, no vale ser un mediocre e ir a salto de mata. Todo lo controlable, bajo control. Cuanto menos dejes a la improvisación, mejor. De por sí, cualquier proyecto tiene piedras en el camino con las que tendrás que tropezar y muchas cosas que dependen de terceros, de la burocracia, de tu rival, de las circunstancias, etc. Así que planificar, prever, diseñar y estar preparado te darán seguridad y aumentará tu éxito.
• Flexibilidad para ir introduciendo cambios. No basta con la mera repetición, necesitas analizar errores y buscar soluciones. Los planes no son rígidos. Las ideas hay que tenerlas claras, tienes que saber hacia dónde remas y por qué remas. Y si se fabrica un remo más aerodinámico del que tú tienes, tendrás que aprender a utilizarlo. Estamos en constante evolución, necesitas capacidad de aprendizaje y estar abierto a lo nuevo. Quedarte desfasado hoy en día es parte de la incultura. La pereza de muchas personas con ponerse al día y reciclarse hace que SE ESTANQUEN y que dejen de crecer. No dejes nunca de formarte y de estar abierto a lo nuevo, aunque sea para rechazarlo.
• Concentración y atención: si quieres mejorar, necesitas prestar atención. Entrenar duro para no estar presente es absurdo. Muchas son las personas que le echan horas y horas al trabajo, pero sin eficacia alguna. Les interrumpe el móvil, contestan a un whassapp, un compañero se les acerca, se levantan a por el café, pasan de un tema a otro, simultanean varias tareas, largas reuniones que se empiezan tarde y no se sabe cuándo acaban. Un atentado contra la atención. Si somos capaces de prestar atención plena al presente, le sacamos mucho más provecho. Una tarea a la vez, y una detrás de otra, pero no todas mezcladas.
• Autodisciplina. El deber por encima de postergar. Quien algo quiere, algo le cuesta. Someterte a una carrera tan dura implica que hayas trabajado el esfuerzo y la lucha contra la adversidad en tus entrenamientos. Muchos deportistas se quedan en el camino porque cuando se enfrentan al esfuerzo de la competición se dan cuenta de que nunca han entrenado ese nivel de dureza física y mental. Si al primer contratiempo te retiras, si te da pereza, si dejas para mañana el objetivo de hoy, lo más probable es que también te ocurra en una competición o cuando tu proyecto se ponga cuesta arriba. Para tener autodisciplina necesitas una rutina y un plan de entrenamientos, y no saltártelo, salvo que un problema justificado te lo impida. Si aprendes a postergar, cada vez lo harás más y cada vez te dará más pereza empezar lo que dejaste.
• Pensar en tu equipo, no solo en ti. Susan trató a sus perros como atletas de alto rendimiento. Los cuidaba, mimaba, los trataba, nutría, les prestaba atención, les daba descanso. Los demás mushers los trataban como a perros, sin más consideración. Nadie consigue un objetivo grupal por sí solo. Cristiano marca muchos de sus goles a pase de otro jugador. Cuando trabajamos en equipo, todos somos importantes, y todos tienen que sentirse valorados por sus aportaciones en el grupo. No siempre las aportaciones de todos son igual de visibles o relevantes, pero son aportaciones. Y sin ellas, no habría la misma sinergia ni la eficacia en el grupo.
Los demás pueden desconfiar y dejar de creer en ti. Tú no.

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