lunes, 6 de octubre de 2014

PENSAMIENTOS EN EL DEPORTE: ¿ENEMIGOS O ALIADOS? TÚ ELIGES

Las personas somos libres de elegir lo que pensamos. Ya lo dijo el pintor francés Francis Picabia: “Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección”. Aunque por desgracia, son muchos los que viven presos de sus propios pensamientos aferrados a la creencia de que tienen el control sobre sus vidas, viéndolos manejar a su antojo los hilos de su existencia con total pasividad. Lejos de estas creencias irracionales os aseguro que es posible aprender a manejar nuestros propios pensamientos. ¿Por qué es importante aprender a elegir lo que pensamos, no solo en las situaciones de competición si no también durante los entrenamientos? Desde la Psicología del Deporte encontraremos la respuesta a esta pregunta.
A grandes rasgos, podemos hablar de dos tipos de pensamientos: funcionales y disfuncionales en función de la repercusión positiva o negativa que puedan llegar a tener sobre el rendimiento del/la deportista. Los pensamientos disfuncionales serían aquellos pensamientos erróneos que suelen traducirse en emociones y conductas no deseadas o problemáticas. Es por esta relación pensamiento- emoción- conducta, por lo que es importante saber elegir lo que piensas, ya que en muchas ocasiones esto determinará cómo te sientes y por ende, cómo vas a actuar en arreglo a ello en las diferentes situaciones deportivas, así como en las de la vida misma.
Frecuentemente, los pensamientos disfuncionales suelen hacer acto de presencia de tres formas: autocríticas, dudas y expectativas de fracaso, aunque el resultado final suele ser el mismo: dificultan el rendimiento a la vez que van achicando la autoconfianza de manera progresiva, dando lugar a un circulo vicioso del que suele ser difícil salir. Veamos un ejemplo: un futbolista que se prepara para lanzar un penalti y en ese momento piensa “¡Voy a fallar seguro!”.
 Este pensamiento conseguirá transmitir dudas e inseguridad al jugador en cuestión. En tal caso, la probabilidad de fallar el penalti aumentará puesto que su cerebro ha anticipado el fracaso por lo que buscará cualquier señal que confirme tal pronóstico. Ahora la atención ya no está concentrada en el correcto lanzamiento del balón, el foco deja de estar en lo que suma y comienza a dirigirse a lo que resta. ¿Qué ocurrirá si esto sucede? En primer lugar, se habrán cumplido sus expectativas de fracaso confirmando su creencia (¡Sabía que fallaría!), en segundo el pensamiento adquirirá un carácter verdadero por lo que finalmente, dicha situación condicionará la forma de pensar y por ende de actuar ante situaciones similares en un futuro (si fallé aquella vez, volveré a fallar), sin dejar lugar a otras interpretaciones alternativas diferentes. 
Por supuesto, a ello hay que sumarle las consiguientes reacciones de frustración e incompetencia así como las autocríticas (No sirvo para esto) entre otras muchas, que se derivan como consecuencia directa de la situación experimentada.
Así pues, resulta fundamental entrenar dos habilidades esenciales en el deportista al respecto: la primera sería aprender a detectar e identificar cuándo un pensamiento ha sido o está siendo disfuncional para el rendimiento deportivo en una determinada ejecución, la segunda generar pensamientos e interpretaciones alternativas que puedan traducirse en resultados positivos y consigan modificar ese círculo vicioso: al igual que si te anticipas de forma negativas puedes generar expectativas negativas que dan lugar a situaciones negativas sería lógico pensar, que si anticipas la situación de forma positiva podrás generar expectativas positivas que tengan como consecuencias situaciones positivas.
Recuerda que la percepción negativa de las diferentes situaciones a las que te enfrentas como deportista, es solo una de las muchas formas de interpretarlas. Algunas generarán pensamientos y emociones negativas, otras positivas. ¿Por qué quedarnos con las primeras? Aún no se han descubierto los beneficios de “pensar en negativo”, ni de anticipar el fracaso, así que cada vez que te cruces con uno de estos diablillos que merman tu concentración y por tanto tu rendimiento durante los entrenamientos o la competición, échalos fuera. Intenta eliminarlos y busca alternativas más efectivas con la que hacerles frente. Con entrenamiento, esfuerzo y perseverancia, ya que nadie cambia su estilo cognitivo de un día para otro, lograrás que tus pensamientos pasen de ser tus enemigos más temidos a tus mejores aliados.
elbauldelapsique.wordpress.com